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Una mexicana en De Kuip

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By @glamorocksa

Esta vez no vengo a hacer un conteo de nada o recomendarles lugares, en esta ocasión voy a compartir algo que viví para ver si puedo inspirarlos un poco a salir de su zona de confort cuando viajan y tratar de explorar no sólo una experiencia diferente, sino local. Nada como disfrutar vivencias en otros sitios y vencer miedos, para aprender más sobre nosotros y otras culturas. En años anteriores hice mi columna para este medio sobre estadios de fútbol, entre mis favoritos estaba el famoso De Kuip ubicado en Países Bajos y al ser una persona que disfruta del fútbol siempre había querido vivir un partido en otro país, por lo que cuando una amiga me invitó no lo pensé dos veces y acudí.

El partido era Feyenoord contra Heerenveen en Rotterdam, así es, en el famoso De Kuip. No sólo porque me gusta este deporte es por lo que decidí acudir al evento, sino también porque quería saber cómo se comporta la afición holandesa durante esta actividad, puede parecer trivial pero la cultura marca muchísimas diferencias.

Salimos a las 11:00 de la mañana del Norte de Holanda para poder viajar en tren, porque son alrededor de tres horas dependiendo de la ruta que tomes hacia Rotterdam. Cuando hay partido la estación de tren del estadio se encuentra disponible así que es muy fácil llegar si no tienes coche, nosotras hicimos un par de transbordos en algunas ciudades para arribar a Rotterdam Centrum y de ahí movernos a Rotterdam Stadion.

El plan era irnos temprano para ir a comer a algún lugar cercano al estadio (habíamos encontrado un McDonald’s en google maps, a unos pasos) así que iniciamos la travesía y ya desde que pisamos Rotterdam las playeras rojiblancas se hacían notar a donde voltearas, teníamos un poco de ansiedad porque éramos dos mujeres solas en un estadio y no sabíamos cómo se iba a poner el tema pero a pesar de todo decidimos confiar en el proceso.

Nuestra emoción comenzó a incrementar cuando veíamos a los fanáticos esperar el tren para ir a la última parada, niños, adultos, adultos mayores, mujeres y hombres había de todo, hasta familias completas. Mi amiga estaba totalmente conmovida como yo y brincábamos de alegría porque vimos a holandeses con la playera de Feyenoord pero lo importante es que en la espalda el apellido era “Giménez” y por si no lo sabían Santiago Giménez es un goleador mexicano de fútbol soccer que es parte de ese equipo y es sumamente querido por la afición del Feyenoord, de hecho hasta tiene su propia porra que obviamente nosotras rogábamos por poder escuchar. En fin, a mi amiga también se le salieron un par de lágrimas porque vimos a lo lejos a una persona con la camiseta de México, piel chinita, un compatriota a la lejanía.

Una vez que llegamos a la estación del Kuip nos dimos cuenta que nuestro plan de comer en McDonald’s se cancelaba, la estación cuenta con acceso directo al estadio, es decir ya no podríamos salir ja, ja, ja, y nosotras moríamos de hambre y traíamos el antojo pero nuestro ánimo no decayó, sino por el contrario la emoción y tensión aumentaba conforme caminábamos con el resto de las personas. Una vez que cruzas el puente puedes ver De Kuip en su máxima expresión y muchísima gente apoyando al equipo local.

Yo estaba esperando el típico puesto para comprarme mi playera del equipo pero no lo logré. Sí existen puestos pero venden sobre todo accesorios como gorras, bufandas, lentes, mochilas, vasos, llaveros y hasta sudaderas o playeras pero no similar a la original por que esa sólo se consigue en tiendas oficiales. Además de estos pequeños comercios también había unos foodtrucks con una especie de hot dogs, pero al estilo holandes, sus papas a la francesa y por supuesto algunas otras opciones de comida rápida locales. Nosotras decidimos elegir el hot dog con las papas no sin antes comprarnos nuestra gorra porque el sol estaba fuerte y los lugares se encontraban en la zona donde básicamente ningún techo nos protegía. Y al terminar de comer, como bien dice el dicho “ barriga llena, corazón contento” nos dirigimos a buscar la entrada que correspondía a nuestros asientos.

El partido iniciaba a las 4:30 p.m. nosotras llegamos más o menos 3:30 p.m. y la verdad es que fue el tiempo ideal para todo, ya que después de comer, desde la parte de la estación tuvimos que caminar al otro lado del estadio. La señalización es muy clara, algo que nos gustó mucho, la gente va muy tranquila y no hay ningún tipo de pleito o problema, el acceso es rápido y fácil y obviamente en la entrada hay una persona de seguridad que checa las bolsas.

Al ingresar al recinto, teníamos que buscar los asientos en la letra W, que estaban en la parte de abajo y muy cercanos a la cancha y portería, la vista estaba ideal. Nuestros boletos no tenían asientos marcados, así que básicamente era como íbamos llegando. Nosotras elegimos la fila 4 los lugares más cercanos al pasillo y la gente no dejaba de ingresar y estaba lista para apoyar a su equipo. Al final, los asientos no son tan relevantes, primero porque hay gente que se pone hasta en los pasillos, eso sí, de forma educada, nada aventarse simplemente están ahí y segundo, todos se paran en las sillas y te la vives así, de pie, todo el partido sobre todo no había forma para nosotras que somos mucho más bajitas que la mayoría de los holandeses pero pese a eso pudimos disfrutar perfecto el show.

La porra oficial, si así le quieren llamar, de Feyenoord está al centro detrás de la portería, siempre tienen los mismos asientos en todos los partidos y los ubicas perfecto porque son los que orquestan todo el apoyo para el equipo durante el partido. Cuando salen los jugadores iniciaron los cánticos y yo lloré, la vibra que se siente es indescriptible además de haber cumplido uno de mis sueños, en la cancha de mi equipo holandés favorito.

Nosotras rezabamos para que Santi Giménez hiciera un golazo y pudiéramos escuchar el famoso cántico a Santiago Giménez. El primer gol ocurrió en cuestión de minutos y el estadio se prendió, la cerveza voló por los aires y todos éramos uno mismo ja, ja, ja. Y así continuó el equipo local durante el primer tiempo, donde además de la emoción los asistentes tienen una sincronía para cantar centro, izquierda, derecha, frente y no dejar de apoyar el equipo, un coro que pareciera ha practicado por horas las melodías y tiempos pero en realidad sólo los une el amor al equipo.

Y así continuó el juego, nos fuimos al medio tiempo y Feyenoord iba ganando y nosotras seguíamos esperando al mexicano marcar un pequeño gol para terminar de cumplir nuestra experiencia de forma favorable y el universo nos escuchó porque se logró y escuchamos el famoso “Santi-ago! Santiago Giménez! Santi-ago! Santi-ago! Santiago Giménez!”, piel chinita queridísimo lectores, piel chinita, una verdadera chulada y nosotras ya nos dábamos por bien servidas donde Feyenoord terminó goleando 6-1.

Y para mí la aventura fue única, ni mejor ni peor que otras que he tenido la oportunidad de vivir, simplemente diferente. Eso sí, nosotras jamás nos sentimos poco seguras ni durante el viaje ni en el partido. El recorrido en tren fue larguísimo, pero valió la pena, el clima ayudó muchísimo gracias a que no llovió y la afición del Feyenoord nos dio una grata sorpresa dejándonos ver cómo apoyan a su equipo. Y como dicen por ahí lo bailado nadie te lo quita.


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