Debido a los efectivos protocolos sanitarios para controlar la propagación de COVID-19, Australia y Nueva Zelanda crearon un ambiente burbuja que permitirá los vuelos entre ambos, sin necesidad de cumplir con ningún tipo de cuarentena. Esto se dio después de que cerraron sus fronteras por casi 400 días.

Esto afectó especialmente a familias, amigos y parejas, ya que, por la cercanía, son comunes los viajes (incluso diarios) por trabajo o para visitar a gente querida, por lo cual la decisión de pausar la conectividad aérea separó a muchas personas. Sólo en 2019, los australianos representaban el 40 % de los turistas extranjeros en el país del kiwi.

Es por ello que cuando el primer avión de Australia aterrizó en el Aeropuerto de Wellington, la capital neozelandesa, se le recibió con pancartas enormes con WELCOME WHANAU (Bienvenida la familia, en maorí). “Es un gran día para todos”, declaró la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

Algunas historias eran increíbles, como quienes viajaron para pasar las vacaciones de invierno, pero que esperaban regresar en febrero de 2020. Sin embargo, y como a todo el mundo, el coronavirus les hizo una mala jugada.

Actualmente, autoridades australianas contemplan la idea de abrir otras burbujas con Singapur, Corea del Sur, Japón y Taiwán.

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