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Estamos mejor que nunca y nos quejamos más que nunca

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Cabeza-LGV-oct.2016

Para variarle un poco a la tónica de los meses previos, este mes hago una reflexión diferente. Hay una expresión en inglés: “ignorance is bliss”, que se traduce más o menos como “la ignorancia es felicidad”, hoy que estamos más informados pero nos quejamos más que nunca, de nuestro trabajo, de nuestro cónyuge, del gobernante, de las transnacionales, de los maestros, de la contaminación, del empleado de la gasolinera, del café, del desayuno, del tráfico, de Trump y de todo; es curioso porque las cifras demuestran que nunca hemos estado mejor.

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Según el Banco Mundial, cerca del 17 por ciento de la población mundial está en extrema pobreza con ingreso igual o menor a USD 1.25 diarios, es trágico, pero en 1996 era el 36 por ciento y en 1980 el 43 por ciento de la población.

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) el porcentaje de población desnutrida en 2014 era 11.3 por ciento una cifra escalofriante, pero en 1990 fue 15.5 por ciento, y en 1980 el 21 por ciento, estamos más cerca que nunca de acabar con el hambre en la tierra.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el 89 por ciento de la población tiene acceso a agua potable protegida de la contaminación y la población con acceso a métodos de procesamiento apropiado de desechos humanos pasó del 49 al 64 por ciento en los últimos 20 años.

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La esperanza de vida al nacer se halla en máximos históricos para todas las regiones de la tierra; la media global es de 71 años; hace poco más de 500 años la esperanza de vida global era entre 25 y 30 años, similar a la de la Antigua Roma y ligeramente mayor que en el paleolítico, es una proeza que hayamos triplicado la esperanza de vida en poco más de 150 años.

La alfabetización, según UNESCO, en 1985 fue de 69 por ciento y hoy es del 85 por ciento; podemos seguir, hoy con más facilidades para una mejor calidad de vida que nunca en la historia, menos muertes de recién nacidos, menos accidentes, y aunque parezca mentira menos guerras y menos violencia que nunca antes. Hace 100 o 500 años cuando sabíamos de una tragedia, una guerra o una catástrofe en otro país no quedaba más que resignarse.

Hace pocos años, si la tasa de mortalidad de una zona rural era más alta que el promedio de la Ciudad de México, los residentes de esa zona simplemente no lo sabían y los pocos que podían saberlo sólo podían resignarse. Hoy algo similar genera protestas, artículos en redes sociales, denuncias y acción de las autoridades.

Además, el mundo está más educado e informado. Antes las decisiones de los caudillos, líderes políticos o empresariales eran incuestionables, y muy pocos tenían acceso a la información o los recursos para cuestionar algo; hoy es más fácil que nunca informarse y mucha gente tiene un nivel educativo suficiente para opinar y criticar, potenciado por la súper conectividad de las redes sociales.

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Hace pocos años si teníamos un familiar que viajaba lejos, este compraba una postal frente a un monumento y escribía al dorso lo bien que la estaba pasando y lo enviaba por correo que tardaba 2-3 semanas en llegar. Hace 10 años mandaba un e-mail por la noche desde el hotel o desde un café internet hoy, nos enojamos si no recibimos un WhatsApp en el instante mismo que el avión toca tierra.

Parecería obvio que es mejor y seríamos más felices viviendo en un mundo más educado y conectado, con mayor esperanza de vida, con menos pobreza y preocupado por la ecología; entonces, ¿por qué tanto descontento y frustración?, ¿por qué no estamos a gusto con nuestro trabajo, nuestro auto, nuestro aspecto físico, nuestro celular, nuestra familia?, ¿por qué el resurgimiento de extremas populistas y de nuevo el mundo tiembla con Trump, Kim Jong-un, Maduro, Brexits y demás?, ¿Cuál es la razón de tanta insatisfacción si el mundo nunca ha estado mejor?

Parece que esta combinación de mejor educación y más información ha traído ansiedad y frustración; las personas recibimos miles de anuncios publicitarios, mensajes de amigos en FACE, TWEETS y demás y todos nos dicen lo mal que estamos: tu TV es vieja, tu computadora ni se diga, tu casa, tu ropa y tu dieta. Todo nos dice que el mundo y nosotros estamos mal ¿será la comunicación?, ¿seríamos más felices si fuéramos más ignorantes?, probablemente no. Pero hoy lo sabemos todo al instante y no tenemos tolerancia, esperamos lo mejor ahorita mismo; con una insatisfacción siempre creciente con lo que tenemos y lo que somos.

Sinceramente espero que lleguemos a equilibrar nuestra expectativa con la frustración de no satisfacerla, porque, todas estas percepciones negativas en todas las personas, generan un clima de descontento generalizado cuando en realidad vivimos en un mundo mucho mejor que nuestros abuelos.

Pienso que debemos reflexionar, porque nos quejamos más de la cuenta.


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