“Reabrimos este símbolo universalmente reconocido de la ciudad de Nueva York al mundo, junto con la nueva experiencia en el Observatorio, que logramos con una inversión de 165 millones de dólares para reafirmar que la ciudad es resiliente y que vemos el futuro con esperanza”, dijo Anthony E. Malkin, CEO de Empire State Realty Trust, empresa propietaria del inmueble.

Sin temor a equivocarme es uno de los recintos más icónicos y románticos de todos los tiempos, como olvidar mi película favorita «Algo para recordar» con el gran Cary Grant. Y como dijo el propio Malkin: “Es el bisabuelo de los grandes edificios”.

Con 102 pisos y una altura de 381 metros, el Empire State Building fue el edificio más alto del mundo desde 1931 hasta 1972. Y todos sabemos que es el rascacielos más famoso de Nueva York.

Se abrió a los visitantes de nuevo, esta vez bajo estrictas medidas de higiene y seguridad, frente a esta nueva realidad, ya que Nueva York ha sido una de las ciudades más afectadas por la pandemia.

Algunas de las reglas para el ingreso: Cubrebocas obligatorio, toma de temperatura, gel antibacterial, sana distancia, cierto límite de personas al entrar por grupos y desinfección constante de todas las áreas, las visitas serán escalonadas y con previa reservación. En el lobby donde se espera a los ascensores hay decenas de señalizaciones en el suelo indicando la distancia social.

Aún sin turistas, “Nueva York será hoy para los neoyorquinos”, añadió Malkin.

En el Empire State existen dos miradores, uno en el piso 86 (a 320 metros de altura) y otro en el 102. Subir al primero tiene un coste de $42 USD, y continuar hasta el segundo con un suplemento de $30 USD.

Cada año, visitaban el edificio casi 4 millones de turistas y, desde que se construyó, han estado ahí más de 100 millones. Esto hacía que las filas para subir a su mirador fueran eternas a ciertas horas del día.

Así, bajo la nueva normalidad la capacidad se reducirá más del 80 % para permitir acceder a solo 500 personas a los miradores.