Un vuelo intercontinental de Delta Air Lines es un gran sitio para conversar. ¿Hacia dónde podría dispersarse tu atención o la de tu interlocutor a 30 mil pies de altura? La emoción del viaje o la tranquilidad del regreso son emociones fértiles para la convivencia y no se diga la puerta siempre abierta de un taxi a compartir. Confinado a unos centímetros del otro, tumbado a sus anchas, cualquiera podría iniciar una relación. Esta es la historia de Paul Reda y Joanna Weiss, que gracias a estas condiciones, la consolidaron hasta el anillo.

Hace nueve años Paul conoció a Joanna en un evento de la Universidad Emory de Nueva York, él era todo un “geek de la aviación”, con un proyecto universitario sobre Delta TechOps (servicio de mantenimientos, reparaciones y reconstrucción de aviones de Delta) en el bolsillo se decidió a invitarla a salir, ella lo rechazó.

Pero la paciencia es virtud del hombre mundano y dos años después lo inevitable tendría lugar, salieron y con el tiempo viajaron. Millas y millas como viajeros frecuentes con Delta los hicieron explorar los confines del mundo y de su relación.

Como cualquier interacción humana, la de los Reda-Weiss llegó a un impasse. Dramáticamente en Año Nuevo, el plan de una visita a Londres pareció desmoronarse tras un “descanso” en la relación. Pero Paul, incapaz de renunciar a Joanna, consiguió un asiento junto a ella en el vuelo a Heathrow. Nuevamente, como el día lejano en que se conocieron, sus esfuerzos no dieron frutos y al tocar tierra cada quién siguió su camino.

Finalmente no fue la paciencia ni la determinación sino el destino el que los uniría bajo la tormenta. La tormenta no fue metáfora sino ventisca, pues al regresar de Londres a Estados Unidos, las gélidas condiciones climáticas hicieron cancelar todo los vuelos excepto el de Joanna.

Cuando Paul se enteró, convino con ella usar el mismo taxi al aeropuerto para tratar de abordar el mismo vuelo. Consiguió el último boleto en cabina de negocios y el agente en la puerta de salida obró para acomodarlos juntos. Confinados a centímetros de distancia, tumbados a sus anchas, ¿hacia dónde podría dispersarse su atención a 30 mil pies de altura?

Hoy, Joanna y Paul son ambos pasajeros Diamond Medallion, el escalafón más alto de lealtad en el programa SkyMiles de Delta. Tras haber recorrido más de un millón de millas, desde Australia hasta Capetown, de Dubai a Vietnam, hoy celebran un brindis con champaña de Delta One mientras planean su luna de miel a Seychelles, Kenia y Tanzania.