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El legado del islam: nueva serie de cursos en La Casa del Viaje

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La civilización islámica se ha dibujado en el lienzo de la historia humana con un trazo enérgico, tal vez hasta afilado y hosco, pero de una naturaleza innegablemente bella y sensible. Geográficamente, floreció en la hostilidad del seco Trópico de Cáncer, en esas regiones donde las dunas y el cielo se funden en lejanos horizontes, mismos que producen paisajes exigentes de una detenida contemplación y que suscitan el delirio y arrebato.

El islam se originó con la aparición del libro sagrado del Corán en el siglo VII d.C., y lejos de sus equívocas y simplistas asociaciones actuales (con el terrorismo y el fanatismo religioso), este credo, la fe monoteísta abrahámica relativamente más joven, es en realidad la base de una civilización vasta en tradiciones, amante de las expresiones poéticas, autora de las más sublimes edificaciones y artífice de numerosos e insospechados avances científicos.

Justo esos tesoros del islam, su historia y su legado cultural y arquitectónico son el tema de exploración en los nuevos cursos que se imparten en las oficinas de La Casa del Viaje, los cuales comenzaron exitosamente el pasado 10 de febrero contando con la experimentada perspectiva de Raúl García-Morineau; quien, a través de su amena exposición, transmite un detallado breviario de adentramiento a la cultura islámica, mismo que está dirigido a los agentes de viajes y que sirve para tener un aprovechamiento turístico de las regiones musulmanas, mucho más valioso, rico y memorable.

García-Morineau –un auténtico sucesor de Scheherezada– nos relata un viaje pleno de contrastes, anécdotas y misticismo que recorre puntos geográficos con patente presencia islámica, en países del Norte de África y en las naciones que antes abarcaba el antiguo Imperio Persa (como Arabia Saudita, Uzbekistán, Turkmenistán, Turquía, Siria, Irak e Irán, por mencionar algunos), así como en la India y en el Sur de España, donde la herencia musulmana es evidente hasta nuestros tiempos.

En estos cursos, el expositor ilustra con audaces ejemplos y agudas reflexiones la exorbitante hermosura que posee el legado islámico, invitándonos a atestiguar la soberbia arquitectura de ciudades-gemas como Samarcanda y Khiva en Uzbekistán; antojándonos el peculiar dulzor de los dátiles y albaricoques de las zonas verdes bajo los montes Elburz en Irán; y explicando el alma de esa civilización que bañó de poesía a sus doncellas casamenteras durante la Edad Media y que narró las más vehementes historias con efrits y animales parlantes.

Asimismo, García-Morineau, con sus palabras, nos recuerda que el regalo de amor más sublime de todos, el Taj Mahal, fue de hecho una obra musulmana; nos hace imaginar el estremecimiento espiritual que produce el tremendo llamado a la oración del muecín desde el alminar de las mezquitas, y explica por qué es esencial para toda persona realizar un viaje (al menos una vez en la vida) a estas tierras que presenciaron el esplendor y el ocaso del mundo islámico.


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