En 1957 ocurrieron muchas cosas, por ejemplo, Estados Unidos comenzaba su carrera espacial, West Side Story debutaba en Broadway y la Edad de Oro del cine mexicano despegaba con estrellas como María Félix y Pedro Infante y… el 15 de julio, la predecesora de Delta Air Lines, Western Airlines, aterrizó por primera vez en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Fue un avión DC-6B de cuatro motores, muy diferente a las nuevas aeronaves que reducen los tiempos de vuelo a casi la mitad.

Actualmente, la ya renombrada y afamada Delta Air Lines viaja diariamente entre México y EE.UU., con equipo de primera distribuido en Primera Clase, Delta Comfort+ y Cabina Principal, con exquisitas opciones de alimentos y bebidas diseñado para satisfacer las cambiantes preferencias de los clientes.

Y en cuanto a entretenimiento, al inicio sólo se entregaba una baraja de cartas, hoy es posible ver una película, escuchar Spotify o tomar clases en el respaldo de su asiento a través de Delta Studio. También se puede usar Wi-Fi.

Algo que no ha cambiado es el compromiso de Delta con México, un país rico en cultura, experiencias diversas y potencial de crecimiento. La estadounidense ha invertido en el mercado al forjar un Acuerdo de Cooperación Conjunta (JCA), aumentando las oportunidades de conexión y mejorando el servicio que se le da ha dado, por cinco años, a más de 28 millones de personar, el equivalente a las poblaciones de la Ciudad de México, Nuevo León, Querétaro, Jalisco y Yucatán combinadas.

En conjunto, ambas aerolíneas ofrecen 17 rutas entre la Ciudad de México y los Estados Unidos, incluidos 35 vuelos semanales desde Los Ángeles, 28 semanales desde Nueva York, junto con servicio entre otros mercados transfronterizos, como California, Texas y Florida, con un total de 40 servicios diarios.