Sigue el Camino Amarillo
Si algún día me casara, elegiría Izamal como escenario. No me pregunten la razón porque ni yo la sé, pero el lugar tiene un magnetismo que atrapa para siempre. Y no me refiero a ninguna ciudad sacada del Mago de Oz, aunque a decir verdad sí parece extraída de un cuento; me refiero a un tradicional Pueblo Mágico que se encuentra a una hora de Mérida aproximadamente, Izamal. Desde que lo vi me dejó cautivada.
Aunque el viaje no es nada interesante -una carretera donde el cielo azul y el pasto verde predominan-, una vez que llegas todo tiene sentido. Calles de Adoquín, sin cables eléctricos que atrofien el escenario y la explosión de color amarillo hacen de este lugar pintoresco un must en tu próxima visita a Mérida.
Todas las casas (o si no la mayoría) están pintadas de este color, (mi favorito), y entonces parece que de pronto entraste a la dimensión desconocida o una película de Nolan, Yellowception le podrías llamar. El recorrido parece interminable y hasta parece que te transportaste en el tiempo, empiezas a percibir el calor de este lugar y te sientes en lo desconocido.
Las construcciones son coloniales, con hermosas casonas pegadas unas a otras con diferencias básicas en el acomodo de puertas y ventanas. Fuera de eso, el amarillo rige el lugar. Incluso hay una tienda comercial famosa en México que no es verde sino amarilla, qué curioso.
Ver esta publicación en InstagramIzamal y su magia amarilla #izamal #yucatan #❤️ #instaday #amarillo #yellow
Izamal también es conocida como “La Ciudad de las Tres Culturas”, ya que en ella convergen rasgos del período prehispánico, la época colonial y la época actual. Deriva su nombre de uno de los sacerdotes o maestros llamado Zamná (“rocío del cielo”).
Sobre los rasgos mencionados, su mayor atractivo es el ex Convento de San Antonio de Padua. Ubicado sobre el templo ceremonial Papolchach, es de color amarillo y de gran tamaño; y frente a la plaza central encontrarás unas escaleras que te llevan a un gran patio rodeado por 75 arcos blancos, lugar que tiene el atrio más grande sólo después del de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Tiene un museo en su interior al que puedes entrar a un precio accesible. Recomiendo quedarse y explorar cada rincón, te llevarás una gran sorpresa; pero sobre todo, aquí el atardecer es inigualable, el escenario es único, y créanme, los colores del cielo no los han visto en otro sitio. Y por si aún no lo habían notado, San Antonio de Padua es el santo del amor, aquel que se tiene que voltear de cabeza para encontrar el alma gemela.
El lazo prehispánico que tiene Izamal se debe a que es considerada la ciudad más antigua de la Península de Yucatán. En mi visita disfruté Kinich Kak Moo, una zona arqueológica rodeada por casas normales ¿te imaginas que tu vecino más cercano sea una pirámide? Es una locura, pero es posible. La entrada disimula lo que estás a punto de disfrutar, la subida junto con el calor bien podrían equivaler a una hora de gimnasio, pero no desistas porque al llegar a la cima, habrá valido la pena; la vista es hermosa y sentirás magia. No es Chichen Itzá, me queda claro, pero tiene lo suyo, encanto propio que el tiempo no ha tocado y que puede percibirse en el aire, de mis lugares favoritos.
Las calles son para disfrutarse, y en Izamal puedes deleitarte con la arquitectura, pasar un tiempo en la Plaza Central donde podría haber alguna feria o simplemente gozar una tradicional marquesina o nieve. Los clásicos souvenirs seguro los encontrarás en este lugar, y a un precio accesible, tales como hamacas, talabartería y algunas piezas de joyería. Notarás que las casas tienen grandes ventanales, techos altos y puertas enormes, características fundamentales que ayudan a mantenerlas frescas.
Para la comida, descubrí un restaurante llamado El Toro en la calle 33, detrás del ex Convento. Es un pequeño local donde las personas, muy amables, me atendieron aunque ya era tarde; disfruté la deliciosa comida tradicional yucateca y no pregunten por qué pero me atreví a pedir unos tacos de pollo porque el antojo me venía persiguiendo. Hasta el día de hoy han sido los más deliciosos que he probado en mi vida, la salsa es inigualable. ¡Perdón mamá, te superaron!
Sobre el embriagante color que predomina en esta ciudad hay varias teorías, les contaré las tres que a mí me han dicho:
1) La visita del Papa tenía emocionados a los lugareños y decidieron celebrar este hecho pintando la ciudad con los colores del vaticano
2) El color al combinarse con la cal alejaba a los mosquitos y por ende diferentes enfermedades
3) Es el color del maíz y por eso los mayas lo consideraban como sagrado
Sin importar la razón, el misticismo no se pierde. Y yo, al menos siempre recomiendo visitar Izamal cuando se está en Mérida. Vale la pena recorrer el lugar, comer algo típico, hablar con los lugareños, ser testigo del atardecer en el Ex Convento, disfrutar y por momentos odiar el calor de esta ciudad, así como por un momento detenerte y ponerte a pensar que esta ciudad ha sobrevivido en el tiempo y que sin lugar a dudas es una joya de nuestro México y ¡qué afortunados somos de tenerla!
