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¿Y… cómo era Titan? El sumergible que desapareció explorando el Titanic

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Titan, el que fue un moderno sumergible privado conocido por realizar viajes turísticos para explorar los restos del Titanic, el mítico trasatlántico que se hundió después de haber chocado contra un iceberg, ha sido encontrado.

Con un pasaje valuado en $250 mil dólares, desafortunadamente se confirmó que implotó con los cinco pasajeros dentro.

Te compartimos aquí cómo era viajar en él.

El Titan, un submarino de investigación de última generación

Fue diseñado específicamente para explorar las profundidades abismales del océano. Equipado con cámaras de alta definición y sistemas de sonar avanzados, su objetivo principal era cartografiar y documentar los restos del Titanic con un nivel de detalle sin precedentes.

Las teorías sobre la desaparición del Titan son variadas y especulativas. Algunos expertos sugieren que podría haberse encontrado con corrientes submarinas peligrosas o estructuras desconocidas en las profundidades.

No tenía asientos

Aunque su costo alcanza los $5 millones de pesos mexicanos, no tenía ni siquiera lo que se ofrece en un pasaje clase turista de un vuelo low cost. Es más, no tenía lugares. Los pasajeros entraban a la cápsula, descalzos, para tomar asiento en el suelo, con las piernas cruzadas. Esto era especialmente incómodo pues se hacían dos horas de descenso y otras dos de ascenso, además de lo que dure el paseo en sí. Según fotografías, el interior no superaba el metro de altura e incluso sentado había que encorvarse ligeramente.

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No había baño privado

Aquellos que abordaban el submarino tenían que cuidar muy bien qué es lo que iban a comer o beber antes de la inmersión, pues este equipo no tenía WC en forma. Quienes tenían la necesidad de ir al baño, se apartaban (unos centimetros no hay para más) y tras una cortina y con música a alto volumen, realizaban sus necesidades. Evidentemente, no había posibilidad de “ventilar”.

No, no hay vistas inolvidables

El caro Titan no era el mejor espacio para sentarse frente a la ventana y sumergirte, literal, en el paisaje. En primer lugar, por la profundidad, la luz del sol es casi nula. En segundo, sólo hay una ventana, muy pequeña, por la cual se podía mirar gracias a la poderosa iluminación con la cual estaba equipado el sumergible. Realmente, el paseo se disfrutaba a través de las cámaras de alta definición con las que cuenta, cuyas imágenes eran transmitidas en una pantalla.


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