
¿Qué es Schengen y cuáles países forman parte?
El espacio Schengen es una de las mayores iniciativas de integración en Europa. Nació en 1985 con un acuerdo firmado en el pueblo de Schengen, Luxemburgo, entre cinco países: Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Su propósito fue eliminar los controles en las fronteras interiores y permitir la libre circulación de personas entre los países miembros.
Con el tiempo, este acuerdo se amplió, convirtiéndose en la mayor zona de libre circulación del mundo. Hoy en día, Schengen incluye más países, lo que permite que más de 400 millones de personas viajen sin restricciones fronterizas dentro de esta área.
¿Qué implica formar parte del espacio Schengen?
Los países que forman parte del espacio Schengen eliminan los controles en sus fronteras interiores, permitiendo a los viajeros desplazarse sin necesidad de mostrar pasaporte o realizar trámites adicionales entre estos países. Sin embargo, se realizan controles en las fronteras exteriores, con criterios armonizados establecidos en el Código de Fronteras Schengen.
Además, los países miembros pueden reintroducir controles fronterizos temporales en casos de amenazas específicas, como seguridad o salud pública.
Países que forman parte
Actualmente, estos países forman parte del espacio Schengen: Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza, Liechtenstein, Malta, Portugal, España.
República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Finlandia, Suecia, Noruega, Islandia, Grecia, Bulgaria y Rumania.
Gracias a Schengen, 3,5 millones de personas cruzan estas fronteras interiores diariamente para trabajar, estudiar o visitar a familiares. Además, cada año se realizan más de 1.250 millones de viajes dentro del área, fomentando el turismo y la cultura.
Impacto en el turismo y los viajes
El espacio Schengen facilita enormemente la planificación de viajes, ya que permite a los turistas moverse entre países sin complicaciones aduaneras. Esto ha beneficiado a los sectores del turismo y la economía local de las regiones miembros, atrayendo a millones de visitantes cada año.
Schengen no solo es un acuerdo funcional, sino también un símbolo de cooperación y unidad en Europa, que sigue evolucionando con nuevos países integrándose a esta zona sin fronteras.