
¿Cómo transportaron gigantescos templos egipcios para salvarlos del río Nilo?
Hace más medio siglo, un esfuerzo monumental liderado por la UNESCO llevó a cabo la reubicación de los majestuosos templos de Abu Simbel en el sur de Egipto. Este asombroso logro tenía como objetivo proteger estos tesoros arqueológicos de las inminentes inundaciones causadas por la construcción de la represa de Asuán en el río Nilo. Aquí te contamos cómo fue esta hazaña.
El Legado de Ramsés II
Los templos de Abu Simbel fueron erigidos en honor a los dioses Osiris e Isis bajo el reinado de Ramsés II, quien gobernó Egipto desde el 1298 hasta el 1235 a.C. El templo más alto, con sus 32 m de altura, presenta cuatro estatuas del faraón sentado en su fachada. El interior se extiende a lo largo de 63 m de profundidad, albergando una serie de salas y galerías llenas de historia y espiritualidad.
Abu Simbel representa uno de los tesoros más preciados de la antigua Nubia, una región cuyas fronteras se extendían a lo largo del Nilo, abarcando parte de Egipto y Sudán.
Amenaza del río Nilo
En la década de 1950, comenzó la construcción de la gigantesca presa de Asuán en el río Nilo. Esta monumental estructura tenía como objetivos asegurar el suministro de energía, expandir las áreas de cultivo y controlar las crecidas del río. Sin embargo, esta construcción resultaría en la creación de un vasto lago artificial que amenazaría las aldeas circundantes y valiosos tesoros, incluyendo los templos de Abu Simbel.
¿Cómo se realizó la hazaña?
La UNESCO intervino en marzo de 1960, emitiendo un llamado para salvar estos dos tesoros históricos. Tras cuidadosa consideración, se eligió el proyecto sueco-egipcio. En abril de 1964, cerca de 900 personas comenzaron esta hazaña arqueológica bajo el abrasador sol del desierto, con un costo total de $36 millones de dólares de la época.
El proceso implicó la construcción de una ataguía para proteger el sitio de las crecidas del agua. Luego, se llevaron a cabo excavaciones en la colina circundante, permitiendo el desmontaje de las estatuas y estructuras en 1 mil 035 bloques, cada uno pesando entre 20 y 30 toneladas. Se utilizaron grúas, cilindros hidráulicos y polispastos de gran potencia para elevar estos enormes bloques a 64 metros de altura en la cumbre de la colina y luego reensamblarlos en su estado original. Además, se construyeron colinas artificiales alrededor del sitio para protegerlo del río.
Cooperación internacional
Al finalizar esta proeza arqueológica, Rene Maheu, entonces director de la UNESCO, destacó que fue «la primera vez que se ha visto una cooperación internacional de tal magnitud en el área de la cultura». Más de 50 países se unieron para preservar estos tesoros artísticos e históricos que son los templos de Abu Simbel.