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Sí, Costa Rica es Pura Vida y ejemplo del turismo sostenible

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Enviado especial: Héctor Ledezma

Costa Rica sí es Pura Vida, y no solo porque lo escuchas por todos lados y en todo momento, sino porque el esfuerzo que hace como país con el turismo sostenible es increíble.

Desde que estás por aterrizar en el Aeropuerto Internacional “Juan Santamaría” en Alajuela, logras admirar la naturaleza.

INVERTOUR y un grupo de operadores de viajes fueron invitados por César Sánchez, Trade Account Manager de CWW y el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) a este maravilloso destino.

La primera parada fue en San José, para recorrer el Teatro Nacional, fundado en 1897, y visitar el Mercado Central, el mejor lugar de la zona para probar sorbetes y botanas.

Esa noche dormimos en el Hotel Estudio, un hotel boutique con habitaciones acogedoras y cómodas. Cenamos una tradicional sopa de tomate y su clásico gallo pinto, que es una combinación de arroz con frijoles.

Comenzamos la aventura

Nos embarcamos hacia el distrito de Tárcoles, donde en un paseo por el río del mismo nombre admiramos parte de la belleza natural del sitio, con cocodrilos y aves. Conocimos los manglares y fue un acercamiento a parte de su vegetación.

Estábamos en un bosque muy húmedo y tropical, se sentía inmediatamente en la piel, y en el aire tan puro que respiramos. Costa Rica cuenta con 29 parques naturales, 19 refugios de vida silvestre y ocho reservas biológicas.

Parque Nacional Manuel Antonio

Ubicado en la provincia de Puntarenas, en Quepos. Es tan limpio que hasta podíamos beber agua directa de unas llaves que estaban en el camino.

Una buena cantidad de aves como colibríes enmarcaban el paso, hay cuatro tipos de mono, el más visible, el cara blanca.

Hicimos el recorrido entre la vegetación, donde los sonidos de aves y animales es indescriptible, nada más natural que eso.

El aire es 100 % puro, la conservación que se tiene del lugar es impresionante.

Nuestra caminata termina en la playa de Manuel Antonio, con una vista agradable. Estar ahí y no nadar, imposible, por un par de horas pudimos estar dentro del agua, cuya temperatura era alta,
suficiente para estar por un buen rato.

Es una playa sin olas, es normal que en la zona haya iguanas cerca de ti o monos, eso sí, debes tener cuidado con ellos, porque son muy listos y pueden llevarse tu comida, ¡o tu ropa! Este parque nacional tiene 683 hectáreas.

Terminamos con una actividad en un catamarán, para avistamiento de ballenas y practicar snorkeling.

Todos los climas en un solo día

Chayote Lodge nos esperaba, aquí la vista era extraordinaria, había neblina, lo cual era aún más increíble. Al estar en una zona muy alta, todo resultaba admirable.

En una hora pasamos de la neblina, a la lluvia, a cielo despejado y el sol fabuloso, que nos regaló uno de los más bellos atardeceres.

Es un lugar de pocas habitaciones, apenas 12, con una temática de café, separadas una de otra, simulan un recibidor. Si te gusta alejarte de las grandes ciudades, del ruido, te encantará.

Tras el cansancio de las horas de viaje, y con el clima fresco, ameritaba una actividad relajada, y así fue. Artistas de la zona, nos pusieron a pintar una rueda de carreta típica costarricense, que al final nos llevamos de recuerdo.

Nos contaron que la carreta data de aproximadamente 4 mil años y es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

¿Gusta una tacita de café?

Aquí puedes aprender mucho sobre el café y los diferentes tipos. Incluso puedes cosechar un poco para conocer el proceso. Una vez cortado, se pasa a un despulpador, donde el grano se deja reposar por días para luego ser tostado.

Hay muchas variedades de café, en esta plantación hay por ejemplo: Kenia, Caturra (la que más gusta a la gente); Borbón, Pacamara, entre otros.

Probamos un té de café, que se hace con la pulpa, no con el grano, el sabor es más ligero y distinto. Compramos lo necesario y de nuevo, emprendimos el viaje hacia Fortuna.

Seguimos el paseo por un par de horas más, hasta llegar a Fortuna, que está enmarcado por el volcán Arenal.

Aprendimos sobre la cosecha del cacao, una actividad tranquila pero muy divertida, y lo mejor es que probamos mucho de este producto, al tiempo que el guía nos hizo molerlo a ritmo de música.

Llegamos al Arenal Manoa Resort, cuyas habitaciones brindan una gran vista al volcán Arenal, y con una vegetación muy tropical. Este hotel tuvo grandes detalles, como poner un pizarrón con unas palabras de bienvenida. Además, de ofrecer chocolates a tu llegada.

Más aventura

En nuestro sexto día llegó el momento de las tirolesas, en el parque Sky Adventures, donde está la más larga de Costa Rica, con 700 metros.

En este sitio se realizan una buena cantidad de actividades como rappel en catarata, rafting, caminatas, entre otras.

Luego de la comida, nos esperaba una gran caminata por en medio del bosque, muy húmedo, pero impresionante.

Estar entre una buena cantidad de árboles y plantas, con el sonido de la naturaleza, fue muy relajante. En ese camino hay varios puentes colgantes, donde no hay palabras para describir la vista.

Este día fue el más pesado físicamente, pero no podía terminar así, la última parada fue en Eco
Termales Hot Springs, donde se fueron todos los dolores físicos. Este lugar cuenta con un sistema integrado de manejo de desechos.

Cataratas de la Paz

El último día de actividades fue muy enriquecedor, al dirigirnos a las Cataratas de la Paz, en el distrito Vara Blanca en Alajuela. En este lugar hay conservación de especies, como jaguares, distintas aves, osos perezosos y más.

Recorrimos el sendero para visitar las 5 cataratas:

    • El templo
    • Magia blanca
    • Encantada
    • Escondida
    • La paz

De nueva cuenta pusimos a prueba nuestro físico, ese día llovía, una experiencia distinta pues en esta zona el bosque es así, lluvioso.

Costa Rica, en los lugares visitados, dejó una grata impresión de su cuidado del medio ambiente, su compromiso es real y visible. Es con su gastronomía, su gente, las especies, las sensaciones que te genera.

Ir es salir del ajetreo, sumergirte en una zona llena de naturaleza viva, es perder el miedo a desconectarte. Vuelves a tener curiosidad por conocer una parte del mundo que pocas veces se ve, sobre todo si eres de una gran ciudad.

Sí, Costa Rica es Pura Vida y vale la pena visitarla.


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