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Día Mundial contra el Cáncer… Para ti, mamá, Alma Rosas

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Por Rubén Mora

Hoy, más que nunca, en tu honor, guapa #ALMITALAMASBONITA, y por la lucha de todas y todos los que han enfrentado esta gran batalla.

Decidí escribir esto para honrar la historia de mi madre y –quizás, con algo de suerte– ayudar a otras personas que pueden estar viviendo algo similar.

Mamá falleció el 24 de octubre de 2020, luego de casi tres años de luchar contra esta enfermedad, cáncer, una palabra que aún me cuesta muchísimo escribir y, por supuesto, decirla.

La lucha de #ALMITALAMASBONITA inició, como la de muchas personas que pasan por esto, con un diagnóstico inicial, después de varios días de pruebas y de espera, hasta que los resultados de patología lo confirmaron. Si para mí fueron los días más angustiantes, no puedo ni imaginar lo que fue para mamá, aunque siempre parecía que ella lo tenía todo controlado y procesado.

El diagnóstico nos fue confirmado el 5 de marzo de 2018, a las 12:00 pm. Nunca podré olvidarlo porque es el cumpleaños de papá y, cualquiera que fuera el resultado, no cancelaríamos la reservación para ir a comer y festejarlo, órdenes claras siempre de mamá.

Recuerdo que estábamos en el consultorio y una vez confirmado el diagnóstico, lo primero que mamá preguntó fue: “¿Y cuándo iniciamos con el tratamiento?”. Siempre lo había sabido, no era la primera vez que la vida le ponía un gran desafío en el camino. Mamá es y será siempre la guerrera más valiente que he conocido. No había opción, ella iba a pelear hasta el final, como siempre, como todo en su vida, y nosotros haríamos lo mismo. Ya luego encontraríamos el momento para encabronarnos con la vida y ponernos a llorar.

Combatir la enfermedad implicó 155 quimioterapias, estudios, cirugías, hospitalizaciones y cientos de medicamentos que ayudaban a paliar el padecimiento. En nuestro caso, sabíamos –desde un inicio– el tamaño del “dragón” al que nos enfrentábamos, pero a mamá nunca le pasó por la cabeza no darlo todo en la lucha.

Y aquí es cuando me resuena una frase muy trillada y, para mí, muy absurda, “ganó –o perdió– la batalla”, al referirse a una persona aquejada de una enfermedad tan grave como el cáncer. Por ejemplo, ¿cómo le explicas a un bebé con un mal como este lo que significa luchar contra la enfermedad? No sé, me parece absurda esta manera de expresarse.

WTF, ¿de qué carajos hablan? Todos los que afrontan este padecimiento son unos campeones, solo que hay algunos que ni siquiera llegan a tener la oportunidad de un tratamiento, ya sea por falta de recursos o por lo avanzado de la enfermedad.

En el caso de mi madre, fueron dos años, siete meses y 19 días de esta lucha (en un principio, la expectativa de vida era de seis meses) y ella nunca se dio por vencida, siguió sus labores como directora del colegio y cumplió muchas de las etapas que anhelaba en su vida: convertirse en abuela, estar en la boda de su hija, despedir a su madre, ver comprometido a mi hermano, vivir con papá en su “casita de descanso” y hacer todo lo que se nos diera la gana. Ah, y de esto último me encargué yo.

De estos años de múltiples aprendizajes puedo compartir algunas de las frases o situaciones que deberíamos evitar con aquellos que están atravesando por una enfermedad y con quienes los acompañan. Algunas veces, lo hacemos de forma inconsciente, pero otras muchas, por pura impudencia.

Le prometí a mamá compartirlas porque, hasta en esto, siempre tratamos de encontrar el humor y reírnos un poco de lo que sucedía:

  • Decir “échale ganas” es una reverenda mentada, para el que está en la batalla y para quienes lo acompañan. ¿Dónde se echan?, ¿dónde se compran? Haces lo que puedes, con lo que tienes y con lo que la vida te va dando en esos momentos.
  • Nunca hay que preguntar por la etapa o el tipo de cáncer, la fase o los tipos de tratamientos, ya que no aporta absolutamente nada. Para el enfermo, ya es demasiado angustiante recibir la noticia y encima, tener que explicar a todo mundo lo que –muchas veces– ni siquiera los médicos tienen claro. Lo mejor que se puede hacer es acompañar desde la prudencia y las muestras de cariño.
  • “¿Cuántas quimios te faltan?”, “¿cuánto tiempo dura el tratamiento?”.

Serán las que tengan que ser, las que el cuerpo tolere y las que los médicos establezcan, aunque muchas veces, nadie lo sabe con certeza. Si este mal fuera tan predecible, hace años se hubiese encontrado la respuesta. El enfermo ya tiene bastante con lidiar con su estado, como para contestar un interrogatorio a su alrededor.

El cáncer ataca el organismo, pero también los sentimientos y los estados de ánimo: ansiedad, incertidumbre, miedo, enojo, coraje, frustración, temor. Todo se agudiza, todo se vuelve mucho más complejo, es una enfermedad que afecta a la familia y a los más cercanos. La vida nunca vuelve a ser igual, aprendes a lidiar con la vida.

Esta enfermedad nos quitó a mamá a los 58 años, #ALMITALAMASBONITA, el pilar de nuestra familia, el eje de nuestras vidas. ¿Cómo te reconcilias con esto? Sin embargo, ella lo logró, hizo que –ante lo inminente– cuando el gran final se acercaba, encontráramos una forma de agradecer lo que fue y lo que no fue. Aún me cuesta muchísimo entenderlo, pero mamá nos enseñó que, a pesar de todo, teníamos que aprender la lección que significó lo que vivimos. Nunca dejó de ser una gran maestra hasta su último suspiro.

Gracias a todos los médicos, enfermeras y al personal del hospital, que siempre cuidaron de mamá y de nosotros. Siempre tendrán nuestro agradecimiento y estarán en nuestro corazón.

En honor a todos los que están en esta lucha, toda mi admiración y mi respeto por ser grandes guerreros.

Y a ti, mami #ALMITALAMASBONITA, hasta el infinito y más allá, gracias por darlo todo, por luchar hasta el último segundo, porque, a pesar de no tenerte en este plano, para mí, siempre serás la gran guerrera de esta historia.


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