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Bután: misterio, belleza y misticismo

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Justo entre el Tíbet y la India se encuentra un destino muy singular y que en su territorio tiene sólo alrededor de 800 mil habitantes: Reino de Bután, mayormente conocido como Tierra del Dragón y cuya capital es Timbu.

Y justo aquí, en uno de los países más pequeños del mundo, es donde yacen algunos –como unos 40- de los monasterios budistas más asombrosos del mundo.

En Punakha, la antigua capital del país, se encuentra el Dzong (fortaleza-monasterio) Demoche, el cual si no es el más impresionante es el segundo más antiguo de este destino porque se terminó de construir en 1638. Aquí, cada año hay un festival para recordar la invasión de los tibetanos en 1639, que fueron rechazados con éxito. Este lugar se encuentra en la confluencia de dos ríos: Pho Chhu y Mo Chhu, que se traducen simplemente como padre y madre.

Por otro lado, Tongsa es otro monasterio que se encuentra en las Montañas Negras, lo que divide al centro del país con el oeste. Aquí la vista es realmente bella, tanto que le llaman la Puerta al Cielo y sin duda es el más grande del país; se construyó en 1648.

Pero el Monasterio Taktshang es uno de los más famosos y se encuentra en lo alto de la zona del país del valle de Paro, un sitio al que sólo puedes llegar a pie o a caballo, y cuya edificación de impresionante estructura comenzó a hacerse en 1692.

Imprescindible es decir que este Dzong se conoce como el Nido del Tigre, pues según la leyenda, el segundo Buda (Guru Rinpoche, en el siglo VIII) voló hacia el acantilado sobre el lomo de un tigre volador y allí se detuvo a meditar en una cueva que hoy es parte del monasterio.

El turismo en Bután generalmente destaca por sus paisajes, arquitectura y fiestas religiosas, pero justo los monasterios que hay en los rincones del país bastan para ser un motivo de viaje, claro que hay que estar preparados porque todo aquel que no provenga de Bangladés, de India y de las Maldivas necesitará una visa para entrar.


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