Por Marck Gutt.

Si estás seguro que juntar a un par de franceses e ingleses en una sola cocina sólo puede resultar en caos, entonces nunca te has comido un plato de papas a la francesa bañadas en gravy con un poco de queso encima. Ése es el poutine, el platillo más representativo de Québec y ahora también uno de los más famosos en Canadá. Caótico, chance, pero buenísimo.

Desde los cruasanes al estilo francés y bagels recién horneados (los de Montreal son una leyenda) hasta las excéntricas donas de maple con tocino, todo lo que sale de las cocinas quebequenses parece estar destinado a ser una delicia. ¿Cómo hacen para que todo sepa tan bien?

La clave está en sus granjas… ni siquiera hay que preparar cosas elaboradas para que Québec sepa riquísimo. En los campos de la provincia crece prácticamente de todo y así, fresco, es cómo mejor sabe. Miel de maple, brócolis morados, betabeles anaranjados, quesos artesanales, jugo de blueberry recién exprimido, vinos y sidras de hielo… ¡la lista es interminable! Aquí todo buen viaje viene acompañado de un buen provecho.

Y la fórmula aplica lo mismo para las rutas de los sabores agrícolas de Mauricie y las Laurentides, que para los afamados restaurantes citadinos como Chez Boulay, en la ciudad de Québec, especializado en cocina boreal con productos locales como alce y flor de saúco. Lo difícil es sólo escoger qué comer, lo de chuparse los dedos llega solo.