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Guías

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Suena poco sofisticado, pero el contratar un guía la primera vez que visitas una ciudad puede ser una inversión que vale la pena. Esto es cierto incluso si has estado antes en esa misma ciudad. Súbete a bordo de un Turibus y probablemente aprenderás muchas cosas que nunca habías sabido acerca del lugar en el que has vivido quizá toda tu vida. En cualquier otro lugar un guía privado por lo general tiene un precio, aunque esto signifique sacrificar un hotel de lujo por uno de los que la industria marca como «estándar» que también debe ser capaz de recomendar un buen guía porque te alojas allí y la gerencia querrá que seas feliz. Solicitar una guía antes de llegar es una buena idea, ya que esto le dará al hotel la oportunidad de ponerse en contacto con la persona mejor preparada y que esa persona esté disponible.

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Donde el idioma es un reto, por ejemplo, en Bulgaria, una guía allana el camino, pero aun en los lugares donde se pueden leer los letreros es bueno tener a alguien que pueda conducir y no perderse. Las molestias de la obtención de pasajes, hacer reservaciones, averiguar horarios son opciones donde puedes tener problemas – todo esto es cosa fácil para un buen guía de turistas. Si estás de vacaciones y no quieres molestarte con estas tareas mundanas, un buen guía puede hacerlo todo.

Los buenos guías disfrutan su trabajo. Tu podrías pensar que sería aburrido, repetir lo mismo día tras día, pero los actores y artistas hacen precisamente eso y los mejores por lo general prefiere realizarlo en un teatro en lugar de un estudio cinematográfico. Ellos dicen que prefieren una audiencia de público presente para realizar su mejor actuación Esto se aplica a guías también. Si contratas a uno, préstale atención a lo que dice. Después de todo, estás pagando para escuchar sus comentarios.

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En tus viajes te darás cuenta de que te gustan algunos lugares más que otros. En Singapur, los rascacielos pueden ser más impresionantes que el zoológico, aunque el zoológico te da la oportunidad de desayunar con un orangután. En América del Sur, Santiago parece ser hecho para el trabajo, mientras que Buenos Aires se hizo para las parrandas. Sídney en Australia también está hecho para fiesta, pero te puede gustar más Melbourne. Sin un guía en Berlín o Praga sería mejor quedarse en casa. En Viena expresé la extranjera nostalgia por el esplendor de las monarquías hasta que mi guía señaló que yo sería un plebeyo si todavía existiera la aristocracia. «Los nobles esperan que te pongas de pie cuando ellos entran en una habitación», me dijeron. «Y más tarde uno tiene que pedir permiso si desea sentarse.»

Obviamente, un guía es esencial en visitar lugares peligrosos, tal vez Uruapan o Chilpancingo, aunque por qué alguien querría ir a Chilpancingo es un enigma. Un guía también puede ser de gran ayuda cuando quieres visitar lugares populares. Él sabrá las mejores horas para llegar a las atracciones muy concurridas, qué lugares puede omitir, cómo evitar las horas pico, lo que está cerrado o en construcción, y mucho más. Un buen guía te llevará al Gran Cañón temprano antes de que llegue una multitud, o arreglar una visita privada en el Vaticano.

En los lugares que son excepcionalmente ricos en importancia histórica o cultural, un guía humano puede ofrecer su profunda experiencia y conocimiento, algo con lo que ningún folleto o dispositivo de audio puede competir. Un buen guía puede explicar las historias detrás de las tallas complejas en un templo Hindú, o virar lejos en la historia para describir lo que era la vida de José María Morelos cuando su pueblo natal fue llamado Valladolid.


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