Energía en vestigios del pasado
¿Alguien más siente una paz inexplicable cuando visita alguna pirámide? No sé si es la historia detrás de ellas, las sombras de personas pasadas que siguen ahí o su excelente arquitectura, pero sin duda tienen una energía impresionante que te calma, te limpia, te fortalece y hasta parece que genera magia de la que puedes tomar un poco y seguir adelante. Así que con esto en mente empecemos el año con el pie derecho, llenándonos de buena energía y tomando nota de las pirámides de México que este año 2018 de alguna manera deben visitar.
Suena a cliché, pero encabezando este artículo sin duda alguna es un imperdible visitar Teotihuacán. Al Noroeste de la Ciudad de México puedes encontrar este lugar y descubrir decenas de actividades diferentes para no sólo ir y caminar, incluso hay un hotel cercano, un restaurante en una gruta y lo que yo recomiendo mucho es la visita en globo aerostático. Sí, te desvelas como nunca y sí, hace mucho frío, pero de verdad es una experiencia única disfrutar el amanecer con otros 10 globos sobrevolando la zona y el sol iluminando la Calzada de los Muertos, es una experiencia única.
Dejando la ciudad y viajando hacia Puebla, más específicamente Cholula, pueden encontrar Tlachihualtépetl donde está edificada la iglesia de la Virgen de los Remedios, cuya base es la más grande del mundo, atraviesa los túneles para conocer esta particular zona arqueológica.
Rumbo al Sureste de la República, en Tabasco, encontramos otro imperdible. Aquí la cultura Olmeca se hace presente en La Venta, considerada una de las primeras ciudades del antiguo México. Es un centro ceremonial y poblacional de los olmecas pero para mí, lo que lo hace único además de todo el contexto histórico es que su pirámide principal es la más antigua de Mesoamérica; así que, si buscan un viaje en el tiempo y de verdad conectar con estas tierras, nada como visitar Tabasco.
Viajando a uno de mis destinos más queridos está Mérida, donde encontramos una zona arqueológica que está en el top 3 de mi corazón, hablo de Uxmal. Sus edificios principales son la Pirámide del Adivino, el cuadrángulo de las Monjas y la Casa de las Palomas. Está muy cerca de Mérida y de verdad es impresionante, no he visto un cielo más azul y nubes de algodón más hermosas que estando aquí. Vale muchísimo la pena.
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Y ya que están en la Ciudad Blanca, al Norte de Valladolid, no se pueden perder Ek Balam; una joya maya que tiene murales, una acrópolis con la tumba de uno de sus gobernantes, juego de pelota y una vista inigualable que sin duda les ayudará a reflexionar sobre el año venidero (es lo que yo hice allí y es lo que recomiendo). Pero ¡cuidado con los escalones! Es una pirámide muy inclinada y hay que tomarse tiempo en subir y bajar para evitar accidentes, les digo porque me tocó ver a un niño lastimarse por estar jugando.
Otro lugar precioso y poco mencionado, al menos en mi experiencia, es Dzibilchaltún, también al Norte de Mérida. Este lugar es mágico para mí por dos cosas: primero, visitarlo en Equinoccio de primavera u otoño es básico porque a pocos minutos después de que amanece, gracias a la orientación del edificio de las Siete Muñecas, el sol puede verse a través de las puertas Este y Oeste, como si los destellos de luz “atravesaran” la construcción; y segundo, porque encuentras el Cenote Xlacah, donde puedes ir y disfrutar sus aguas, ya que no tiene muchísima profundidad. ¿Qué les parece? ¿No suena como un lugar increíble?
Vayamos a Chiapas, donde cerca del río Usumacinta encontramos uno de los lugares con más misticismo de México: Palenque, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Su construcción más importante con varios estilos arquitectónicos es el Gran Palacio, y además seguro recordarán que uno de los hallazgos más sonados ha sido la Tumba de Pakal II. Además de este arcaico lugar, está el famoso Bonampak, uno de mis favoritos por sus hermosos e imponentes murales. Para los aventureros, si buscan algo al estilo Indiana Jones, está Yaxchilán al introducirte en la selva y llegar a la Frontera Corozal; el viaje continúa en lancha en el río Usumacinta, y después de este épico recorrido, el verde intenso de la vegetación te sorprenderá abrazando esta zona arqueológica, el laberinto y el ascenso por la escalera que comunica la Plaza con la Gran Acrópolis así como el edificio 33 son la siguiente parte emocionante de esta aventura.
Subiendo por la República Mexicana y probablemente en un lugar donde no se imaginan zonas arqueológicas llegamos a Guadalajara; en el municipio de Teuchitlán está Guachimontones. Con este peculiar nombre descubrimos un lugar poco común con pirámides de forma circular, leyeron bien, ¡CIRCULAR! Y siguiendo en la Perla Tapatía encontrarán, en el municipio de Zapopan, El Grillo, donde no todo se basa en pirámides majestuosas, pero no por eso no vale la pena visitarlo; su magia para mí radica en que están en el área metropolitana de Guadalajara, y pareciera que simplemente se acostumbraron a vivir con una zona arqueológica ahí, olvidada.
Y para terminar este recorrido está Paquime en Chihuahua, lugar donde una cultura luchó por vivir y adaptarse a la zona y donde se da la unión del Suroeste de EE.UU. con el Norte de México, además de ser famoso por sus laberintos de adobe que juegan con la luz y sombra cuando se proyecta en ellos, sin duda un sitio que vale la pena visitar.
Nada como un viaje a una zona arqueológica para reflexionar, pensar, soñar, redescubrirte, recargarte de buena vibra y encontrar energía en vestigios del pasado.
