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El Sinaí

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Saliendo en la mañana del Cairo, pasamos poco después de mediodía por el Túnel de Ahmed Hamdi que atraviesa subterráneamente el Canal de Suez, al Sur del Gran Lago Amargo. Así entramos de África a Asia y seguimos por la carretera sobre la cara occidental de la Península del Sinaí. Entre arenales, pedregales y algunas vistas espectaculares del Golfo de Suez, siete horas después de haber salido del Cairo llegamos hasta la orilla del nudo montañoso del Sinaí.

Esa tarde visitamos el Monasterio de Santa Catalina de Alejandría

La santa mártir a quien Justiniano dedicó hace 15 siglos el monasterio, uno de los más antiguos del mundo. Entre algunas reliquias y pinturas (íconos), quizá el más bello y conmovedor es el del Cristo Pantocrátor del Sinaí (Señor del Universo). Es una tabla antiquísima, aparentemente ejecutada en el siglo VI de nuestra era, de 84 cm de alto y 45 de ancho representando, según algunos eruditos, la naturaleza dual de Cristo: el hombre y el Dios. El lado izquierdo sujeta una Biblia y su mirada es oscura y torva, la mano derecha nos bendice y la expresión de la mirada es más serena aunque también implacable… digo lo que personalmente sentí ante la pintura, a mi gusto: uno de los íconos más bellos que he visto…

Al día siguiente salimos de madrugada al Monte Sinaí

Para ver el amanecer en la cumbre. Caminando entre remolinos de rocas despellejadas de vegetación, bajo un cielo despiadadamente azul tapizado de estrellas, el Padre Berenguer nos habló de ese momento en que a través de truenos y estertores del cosmos, entre nubes de fuego Dios se apareció a Moisés mientras su pueblo danzaba entre embriaguez y orgía en torno a un becerro de oro.

Ahí, en aquella desolación bíblica, el profeta recibió los mandamientos en las Tablas de la Ley… es el momento en que los hombres aprenden que sólo la vida con límites tiene un sentido ulterior y es digna de ser vivida. Ahí los hombres, según el Padre, dejamos de ser bestias y comenzamos el difícil camino de la vida del espíritu, simbolizada por los filos de las rocas del Sinaí. Estos tours los puedes reservar en La Casa del Viaje.

Por Raúl García-Morineau


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